Homenaje a las mujeres republicanas

Homenaje a las mujeres republicanas

Homenaje a las mujeres republicanas, a las más que desconocidas, a las anónimas, las luchadoras incansables por cambiar la vida de su entorno e ir vislumbrando la posibilidad de cambiar la suya propia y la de otras mujeres. Las calladas, las sin voz, sólo sometidas por fuera, resistentes, transmisoras de valores y principios, memoria de sueños y anhelos rotos, con la mirada esperanzada. 
Las rojas siempre dignas, siempre de pie. 

 

Carmen, abuela:

No te quiero recordar con los ojos vidriosos porque estás pensando en Julián el hijo que nunca volvió, el primogénito, cuyos huesos no se sabe dónde reposan, ni por los suspiros y los ayes continuos al evocar esa ausencia. Tampoco te quiero recordar por la humillación de ver a tu hija, Cristina, pelada, y así paseada por el pueblo, después de salir de la cárcel, mientras en ella seguían el otro hijo varón, Doroteo, o Juan el marido, o de pensar con rabia en tu escaso ajuar robado por las vecinas cuando hicisteis, ni por la falta de trabajo, el hambre, el tener que ir a espigar, ni por el odio no contenido hacia ti y tu hija pequeña, la modista, Pilar, mi madre. Te recuerdo firme, las rojas todavía de pie, siempre dignas.

Prefiero recordar a la mujer alegre, reidora, la que pisaba fuerte, la que fulminaba con su mirada verde, la que no podía perseguir a la nieta huidiza, traviesa, solitaria. Quiero recordar a la Carmen que cada 18 de julio, aun viviendo pared con pared, al lado del cuartel de la Guardia Civil, no se levantaba de la cama en todo el día aunque fuese “la fiesta nacional”, y a la pregunta:

¿Por qué te quedas en la cama, abuela?, contestaba: Ya lo irás sabiendo. Pero nunca se supo, nunca dijo la razón.

Ser republicana, en los años 50/60 en un pueblo que conoció los avatares de la Guerra Civil bajo los dos bandos, significaba vivir en la penumbra, los murmullos y el silencio.

Tres mujeres, madre y dos hijas, vivieron la posibilidad de construir su libertad a partir de 1931. Una, la madre, analfabeta, conocida activista que constituyó una cooperativa agrícola desde su situación de jornalera. Las otras instruyéndose lo mínimo para buscar una autonomía lejos del campo y el tener que servir. Las tres activas buscando una vida más digna.

De ahí, al silencio, al miedo, sin los hombres para “protegerlas”. En la resistencia callada, con la rabia contenida  y transmitiendo valores de justicia social, sin conocer las palabras para nombrar el concepto; porque de letras sabían poco, pero sí sabían de sufrimiento y lo que no querían para sus hijas y nietas.

Silencio clamoroso del ejemplo, de la dignidad: abuelas republicanas, mujeres.

In memoriam.