Lourdes Murillo, la mujer asesinada de dos tiros el pasado viernes en Granada presuntamente por su esposo, José Luis Rodríguez, que después se suicidó, había iniciado los trámites de divorcio, según el tutor de instituto de la hija mayor del matrimonio, Luis Miguel V. Los entierros de los fallecidos se celebrarán hoy por separado. Los tres hijos de la pareja, menores de edad, están con una hermana de la mujer.
El hombre, de 44 años, que presuntamente mató a tiros de escopeta a su mujer, de 42, antes de suicidarse en el domicilio familiar será enterrado hoy en el cementerio de la capital granadina. Los restos de su mujer reposarán a 15 kilómetros, en el camposanto de su pueblo de origen, Huétor de Santillán. Serán enterrados separados, igual que fueron velados en el tanatorio de Granada. Una hermana de la fallecida se ha hecho cargo de momento de los tres hijos de la pareja, dos chicas de 16 y 12 años y un niño de 10, a la espera de que los servicios sociales estudien la situación de los menores.
El viernes José Luis ordenó a su hija mayor que cogiera a sus dos hermanos y se fuera a comprar tabaco. Mientras tanto, su mujer dormía la siesta. Cuando regresaron 10 minutos después al domicilio, en la calle Brasil del popular barrio del Zaidín, la hermana mayor descubrió a sus padres muertos sobre la cama. Ella tenía dos tiros en la cabeza; él, uno, según fuentes próximas a la investigación.
Al lado del cadáver del padre estaba tirada una escopeta de caza. La joven, de acuerdo con el testimonio de varios vecinos, tuvo tiempo de impedir que sus hermanos pequeños entraran en la habitación. Después de que un vecino acudiera en su auxilio, la hija mayor se desmayó.
El tutor de la chica en el instituto asegura que la madre le confesó que iba a separarse.
El juez que instruye el caso ha decretado el secreto de sumario. De confirmarse que se trata de una muerte por violencia machista sería la víctima 53 en lo que va de año. Los vecinos aseguran que hace unas semanas la mujer llegó con la cara amoratada, golpes y arañazos.
Fuente: EL PAÍS - Sociedad - 03-09-2006