Huda, que inició las intervenciones del día con una ponencia marco sobre Prostitución y derechos humanos en el mundo, no dejó resquicios para la duda: el tráfico de mujeres y niños con fines de explotación sexual es un problema penal, una manifestación brutal de la violencia de género y el mayor negocio delictivo del planeta, tras el tráfico de drogas y de armas.
La relatora de Naciones Unidas también defendió la condición de víctimas de las mujeres prostituidas, a las que entiende que jamás puede considerárselas «trabajadoras del sexo» ni responsables -por consentidoras- de su situación, al tiempo que demandó la implicación internacional para abolir la prostitución. «Las multas por trata de mujeres son mucho más bajas que por tráfico de drogas», afirmó la bangladeshí, dejando al descubierto la cara más siniestra de este atentado contra los derechos humanos.
Baratas y sumisas
El incremento del consumo de pornografía fue otro de los aspectos abordados por Sigma Huda, junto a la creciente demanda del consumo de mujeres de diferentes países, que explicó afirmando que «el 40% de los hombres las prefieren porque son más baratas y más sumisas que las nacionales».
El discurso común de los participantes en la jornada fue el de cargar sobre los consumidores y los traficantes las responsabilidades de la esclavitud sexual de las mujeres. El modelo sueco, que penaliza a los consumidores, fue el elegido como ejemplo de futuro, frente a las apuestas de Holanda o Alemania, donde la prostitución está legalizada. «Necesitamos leyes para cambiar la situación y eso puede llevar tiempo. La penalización no garantiza que la demanda deje de existir, pero es una medida disuasoria», subrayó Huda, en la línea del Ayuntamiento madrileño, cuya campaña es clara: «La prostitución existe porque hay quienes la pagan».