Algunos quieren que el 8 se conmemore el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Parece ridículo que sea preciso un día en el calendario para que algunos se enteren de que la mujer es trabajadora desde que nace. Habitualmente debe cuidar de sus propios hermanos, ya que casi siempre es un poco más sensata que ellos. Va creciendo y de una manera natural ayuda a su madre en casi todas las tareas del hogar -sigo viendo pocos casos en los que los chicos lo hagan-. Va a la Universidad y da unas clases particulares para los gastos de los estudios: viene a ser como una preparación de lo que será el resto de su vida: compaginar varias tareas sin perder la sonrisa, sacando las mejores notas y cobrando el mínimo sueldo por el mismo trabajo que realizan sus compañeros.
¿Alguien me podría presentar a más de dos hombres que planchen, laven, limpien rincones, cacas, cambien pañales, guarden la ropa de la temporada pasada, ordenen armarios, cocinen -y recojan los cacharros-, vayan cuatro veces al colegio cada día durante todos los años que sea necesario, hablen con los tutores de los niños y sigan sus estudios, escuchen a cada miembro de la familia cuando llegan a casa, sea el abuelo o la tía, al tiempo que prepara meriendas? Que sabe de medicina más que los expertos, pues con cada enfermedad de los hijos hace una tesis para asegurarse de que el tratamiento la va bien. Que no duerme desde que los bebés llegan a casa, ya que, incomprensiblemente, el marido jamás oye los berridos de la criatura. Que se levanta la primera para asegurarse de que todos desayunan bien y sale la última de casa, llegando a su propio trabajo ya agotada antes de comenzarlo.
¿Y qué pide a cambio esa madre, esposa? Sólo una sonrisa, una palabra de cariño que con demasiada frecuencia no recibe, porque para todos lo natural es que la mujer sea superman.- Pilar Crespo Álvarez. Tarragona.
ELPAIS.com > Opinión 05/03/2007